Presentación

" Sólo recuerdo la emoción de las cosas,
y se me olvida lo demás,
muchas son las lagunas de mi memoria"


Antonio Machado

jueves, 30 de mayo de 2013

Riglos: Espolón Arrabal

En el mes de febrero de 1970 fallecía José Luis Arrabal tras permanecer atrapado, junto a su compañero Gervasio Lastra, once días en la cara oeste del Naranjo de Bulnes. Allí habían acudido con la intención de realizar la primera escalada invernal de la vía Rabadá Navarro.

El rescate, con más voluntad y tesón que recursos, tuvo gran repercusión en los medios de comunicación de la época sirviendo para que la mayoría de los españoles empezáramos a conocer esa actividad de "locos" llamada alpinismo.

Por entonces contaba con 11 años. En los estudios era un desastre, mi actividad física se limitaba a bajar a la calle a jugar con los amigos. Lanzar piedras era mi especialidad deportiva y gracias a ello coleccione un sinfín "trofeos" en forma de castigos y bofetadas de los mayores. Despistada y taciturna mi cabeza vagaba entre los tebeos de "hazañas bélicas" y los cromos de la "liga de fútbol", héroes de papel que me hacían soñar con grandes momentos épicos y de gloria, permitiéndome huir de las obligaciones cotidianas.

La noticia (en blanco y negro) de la escalada supuso descubrir un mundo fascinante lleno de aventuras y nuevos superhéroes. La percepción fue ver a hombres valientes, equipados con sus particulares armas, luchar contra dos colosos (la pared y el frío invierno) para conseguir un noble fin, salvar a unos amigos atrapados en sus garras. Aquella tarde descubrí una pasión.

En Riglos si las crónicas no fallan ese mismo año J. Urcina y J. Faguas, abrieron una vía dedicada al escalador fallecido.

Siempre me llamo la atención esa vía, debo reconocer más por su nombre que por el recorrido, pero lo cierto es que cuando comencé a ir por los mallos siempre la miraba de reojo.

Por fin el pasado jueves nos animamos. No teníamos mucho tiempo pero el buen equipamiento y el grado hicieron fácil la elección. A las 17.00 Chabi y yo estábamos a pie de vía preparados para acometer los cuatro largos "paraboleados" del recorrido. El quinto y último casi no se hace por ser la roca de dudosa calidad y carecer de protecciones seguras.


La dificultad máxima se encuentra en el segundo largo, un 6b+ bien equipado y no obligado. Es un ligero desplome que termina con un paso de "bloque" para después continuar por un muro vertical con buen canto, que al "tran tran" se deja hacer. 

La vía sólo tiene un pero, la calidad de la roca, a mi gusto muy mediocre. Nos dimos un buen susto cuando en el cuatro largo, en el que afortunadamente iba de segundo, sin apenas tocar la pared se desprendió una "entosta" de aproximadamente un metro de diámetro y muchos kilos de peso que estalló como si fuera un bomba de fragmentación al llegar al suelo, arrasando un área importante. Afortunadamente no había nadie debajo. 

Llevamos 13 cintas mas las de reunión, cuerda doble de 70 metros lo que nos permitió bajar en dos rapeles por la vía "todo tiene fin".

El relato de los once días que esta cordada madrileña pasó en la pared se puede leer en el libro "SOS en el Naranjo de Bulnes" de Cesar Perez de Tudela, también se puede leer en internet y la crónica televisada del suceso ver en:







1 comentario:

  1. Hoy he vuelto a subir por esos rotos magníficos del Espolón Arrabal. Recordando entostas gigantes y voladoras y compañeros de cuerda con los que contar mentiras.

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