Presentación

" Sólo recuerdo la emoción de las cosas,
y se me olvida lo demás,
muchas son las lagunas de mi memoria"


Antonio Machado

lunes, 25 de octubre de 2010

Como el agua del estanque (Cresta Espadas - Posets)



Cuando camino, miles de ideas y pensamientos galopan por mi mente. Aquella mañana cuando llegué al ibón de la Llardaneta el reflejo sobre el agua de los picos de la Forqueta y collado de Eriste me hicieron recordar esa búsqueda de la paz interior que el budismo Zen, a través de la meditación, enseña. "Mizu no kokoro", el espíritu calmado como el agua del estanque.

El sol bañaba ya el collado de Eriste, hacia el que me dirigía con la intención de realizar la travesía de la cresta Espadas - Posets. Caminaba despacio pero sin pausa, como los viejos guias alpinos y eso me permitía un avance cómodo y rápido. El sonido de las "chovas" indicó que estaba próximo al collado, no hacia viento y la vista era espectacular. Paré unos instantes para comer algo, ponerme el arnés y colocar un poco de material "por si acaso".

Inicié el recorrido, al principio me surgió alguna duda por la aparentemente dificultad de los Pitones de la Llardaneta, aunque luego no fue para tanto. Estaba como el día, calmado y decidí iniciar el recorrido por el lado izquierdo. Tras una trepada (III+) algo difícil y un "destrepe" por una roca de mala calidad, llegué al vértice de la cresta dirección al Diente Royo (3010 mts). Este me mostró su pared más vertical, por lo que al principio dudé por donde continuar pero antes de impacientarme recordé esa máxima que dice "el camino del valiente no sigue los pasos de la estupidez", por lo que estudié con calma las posibilidades que el muro me ofrecía, dándome cuenta que por el lado izquierdo este monte facilita la ascensión. Minutos después estaba en la cima.

Continué hacia la cima del Pavots (3121 mts), siguiente cumbre. La cresta más suave y amable, me permitió caminar entre dos valles y pensar en la dualidad de las cosas, en lo correcto e incorrecto, en la amistad y en el odio, en la lealtad y en la traición, en la honradez y el deshonor, cuestiones que nos acompañan durante toda la vida. Fui tan absorto que pasé de largo la cima del Pavots .

En el siguiente tramo del recorrido que me llevó hacia el Espadas (3332 mts), volvió la acción, nuevamente debí trepar algunos pasos (III), desde la cima se divisaba ya el Posets, pero para llegar todavía quedaba, y debia vivir cada momento del camino.

La cresta continuó, un "destrepe" sencillo me dejó el el "paso de funambulista", allí encontré un grupo de personas que lo realizaba con extrema precaución, incluso diría que con temor, pensé que la muerte no es una maldición a evitar, sino más bien en que es la forma natural de acabar la vida. Los excursionistas me cedieron el paso, al final de este tramo un paso de (III+/-IV) me devolvió a la arista.

Dos cimas más Tuca de la Llardaneta (3311 mts) y Tuqueta Roya (3273 mts) y un destrepe me dejaron a pie de la rampa "somital" del Posets (3375 mts). En pocos minutos estaba en la cima, mi ánimo era igual que al principio, calmado, sólo la voz de quienes habían hecho cumbre por la ruta normal me devolvía, a veces, a la realidad. Para mi ese día había meditado en movimiento, y sin darme cuenta había calmado las aguas de mi estanque.






*Horario de actividad: del refugio al collado de Eriste de 2 a 2.30 horas, recorrido de la cresta de 4 a 6 horas.

*Material necesario: cuerda, 2 o 3 anillos de cuerda y 4 mosquetones. Piolet y crampones según época del año.

Reencuentro (Hoces de Vegacervera - Leon)


En 1979 yo estaba cumpliendo mis deberes con la patria, y fue durante un permiso cuartelario cuando mis amigos vallisoletanos me llevaron a conocer este paraje de las montañas leonesas. Angel y "Vidal", a la postre este último aperturista de alguna de las rutas de esa zona, me mostraron e iniciaron en el mundo de la escalada. Fue allí donde me até por primera vez a la cuerda (no había arnés) y en donde, en un par de largos, ascendí una pequeña pared. Tuve sensaciones muy distintas de las que había vivido hasta entonces en la montaña. La nueva perspectiva del mundo vertical, hasta ese momento desconocida, me fascinó. Todo cambió en un instante.

Este mes de agosto todo apuntaba a un viaje relámpago a Picos de Europa, pero la "meteo" no nos lo recomendó. Así las cosas propuse como plan "b", ir a las montañas leonesas que por ser más meridionales la probabilidad de buen tiempo era alta. Chabi dio el visto bueno.

El jueves día 12 por la tarde salimos hacia nuestro destino, material apunto, furgoneta cargada y nosotros como siempre, dispuestos a disfrutar de una nueva aventura viajera.

Zaragoza, Logroño, Burgos y por fin León, después por la Nacional 630 llegamos al Valle de Vegacervera, donde paramos a cenar y dormir en una buena explanada asfaltada.

A la mañana siguiente, tras un suculento desayuno, nos adentramos en las Hoces de Vegacervera. Este cañón de roca caliza formado por el río Torio cuenta a ambos lados con paredes de hasta 300 metros recorridas por vías de escalada deportiva, y otras de corte clásico. Nosotros, empeñados en hacer las "cien mejores clásicas de España" apostamos por dos recorridos a la postre espectaculares.

El viernes 13, cerca ya del mediodía, nos acercamos a nuestro primer objetivo en la "Pared de los Tres Techos", la vía llamada "la vuelta a la manzana" , 240 metros, repartidos en siete largos con dificultades de IV+, IV+, 6c, V+, IV, IV+ y IV+. La aproximación sencilla, cien metros desde el parkig, ideal para las capacidades de Chabi.

La reseña de la vía la encontramos en el libro de "Las cien mejores clásicas de España" (la biblia) . Diré de este recorrido que es una vía de estilo alpino, en la que excepto el largo de 6c y las dos primeras reuniones, el resto te lo tienes que "apañar", hay algún parabolt, spit, buril y clavo suelto pero sirven más como referencia para no perderte que para otra cosa. En definitiva hay que manejarse bien metiendo seguros (friends y fisureros), y montando reuniones. El grado que figura en la reseña es ajustado a nuestro entender, aunque hay algún IV+ que se las trae. La escalada se caracteriza por la progresión por fisuras y diedros, en las placas hay que trabajar bien en adeherencia, ya que el "canto" escasea.


El descenso es complicado, se hace por una canal bastante descompuesta que se encuentra justo a la izquierda de la vía. Se nos hizo tan difícil que pensábamos ya en un vivac de los que te dejan agusto un par de días. Afortunadamente, después del destrepe y un par de rápeles llegamos al suelo sin novedad.

El día 14, nos fuimos a la "Pared del Nani", la vía llamada "Sangre sudor y lágrimas" fue esta vez la elegida, 220 metros repartidos en seis largos con dificultades de V (ojo si se entra por donde lo hicimos nosotros el grado sube a 6b+), V+, 6b, 6a, 6b+ y V+. Para llegar a pie de vía hay que atravesar el río (remojón seguro) comenzando la misma justo enfrente del parking de vehículos.

La reseña de la vía también está en "la biblia". El recorrido está bien equipado con la reuniones montadas y rapelables, aunque, excepto en los largos de 6b y 6b+, en los demás hay que meter seguros intermedios (friends y fisureros). Al igual que en la vía anterior el grado es ajustado y hay que tirar de adherencia para superar las placas. El descenso lo hicimos por la misma vía en tres rapeles con cuerdas de 70 metros.

Despues de 31 años volver a este lugar me ha resultado tan impactante como la primera vez que estuve. Afortunadamente el país ha cambiado, y esa zona que otrora era recóndita y pertenecía a la llamada "España profunda", hoy es de apariencia prospera y está bien cuidada, lo único que no ha cambiado es la amabilidad de sus gentes y la belleza de sus paisajes. Ah! lo que si que ha cambiado es que la cerveza ya no es "Aguila" sino "Mahou", que a mi me gusta más.


"Indian Creek" Soriano (escalar en la Laguna Negra)


No habían comenzado del todo bien las vacaciones. Motivos de salud de mi madre me hicieron pasar varias noches de vela en el hospital. Afortunadamente, cuando ya daba todo por perdido, mejoro su estado, animándome ella misma a disfrutar de los pocos días de asueto que me quedaban.


Lorenzo me llamó el jueves a la mañana, con la idea de quedar para ir a Morata el viernes por la tarde y así, afinar un poco los dedos. No le aseguré nada hasta ver la evolución y el informe médico.

Esa misma tarde me llamo Chabi. Quería confirmar si iba a ir a Morata. Le conté que ya tenía el informe del médico y que si esa noche seguía bien la evolución, al día siguiente por la tarde me iría a Soria para continuar las vacaciones. En cualquier caso, le comente si le apetecía podíamos ir para allí y escalar por la zona del Urbión. Me contesto que me llamaría para decirme algo al respecto.

Cuando me volvió a llamar ya tenía trazada la estrategia. Maestro -¿que te parece si pasamos la tarde del viernes haciendo deportiva en Morata y de allí con la "furgo" (le tengo que poner nombre, porque sabe más de nuestras vidas que nosotros mismos) nos vamos a Soria. Después, cena, cerveza y mañana a trepar por las tierras de Alvargonzalez (Urbión - Laguna Negra)?-. Evidentemente no me negué.

A las 16.00 horas del día siguiente ya estábamos atándonos a la cuerda. Pasamos unas horas divertidas en el sector de "la pared perdida" de Morata, en las que entre "pegue" y "pegue", Chabi nos intentaba convencer de las bondades de su método de "no entrenamiento", puesto que según su teoría al descansar los mecanismos de supercompensación de su organismo "no entrenado" permitían hacer más grado (el también se pinza). Tuvo razón, los dos primeros pegues se defendió dignamente, después, una vez "petao", no dio "pie con bolo". Las risas estuvieron garantizadas.

A las 09.00 del día siguiente, salimos de Soria dirección Burgos. Cuando llegamos a Cidones dejamos la carretera nacional para dirigirnos a Vinuesa y de allí a la Laguna Negra. A las 10.00 estábamos en el aparcamiento.

Para acceder al circo que forman las paredes entrono de la laguna, sólo hay dos posibilidades, la primera recorrer a pie unos 2 kilómetros de pista asfaltada o bien, tomar un autobús que por el módico precio de 1 euro hace el trayecto de ida y vuelta. Chabi preguntó por el helicóptero pero le dijeron que ese día no volaba que el piloto estaba de "exceso de jornada", así que a regañadientes conseguí convencerlo y optamos por el autobús.


Por fin después de tan fatigosa aproximación nos encontramos ante las paredes de la laguna. Sólo por el paisaje ya merece la pena la visita, pero si además vas a escalar "flipas" con las posibilidades de la zona. Es una amplia muralla, yo diría, de más de 500 metros de longitud y con alturas de hasta 90 metros. Posibilidades infinitas para la escalada, placas, diedros, chimeneas, fisuras chimeneas, fisuras, desplomes, techos etc. Vías equipadas (las menos) y vías de buscarte la vida desde el primer metro (el resto). En fin un paraíso, al que sólo hay que ponerle un pero y es que las vías, al ser poco transitadas, están sucias de vegetación y musgo lo que añade un componente mas de incertidumbre a la escalada.

Después de mucho patear, "de acá pá ya" y buscar un recorrido para la primera toma de contacto, nos metimos en la vía llamada "concha", de la que teníamos una reseña de los años 80. Imaginad V/V+ "ochentero"


Chabi sin pensarlo se puso el arnés, se colgó el material y se metió en el primer largo. Una placa de unos 30 metros (V+) protegida únicamente por tres spits y un clavo hasta entrar en la reunión en una enorme plataforma en la que hay un pino. Es un largo de sangre fria, de los de tener "temple", por los alejes de los seguros y la singularidad de la roca llena el musgo.

Cuando entré en la reunión no pude hacer otra cosa que felicitarle. Inmediatamente continué, unos 8 metros, por un amplia repisa llena de matorrales para posteriormente montar con un friend y dos fisureros, otra reunión bajo la fisura que marca el inicio del segundo largo (V).

La anchura de la fisura me permitía progresar empotrando los puños, al más puro estilo de yosemite, las protecciones (friends y fisureros) entraban "a muerte", lo que te dejaba disfrutar con seguridad de cada metro de pared. En ese estadio de absoluta concentración, inicié una travesía hacia la derecha por una marcada "vira" para cambiar de fisura, puesto que por la que avanzaba se cerraba. Al inicio de ese segundo tramo observé como junto a un pitón de roca había un fisurero y dos mosquetones que indicaban un antiguo abandono de la ruta. Recorridos unos ocho metros más y después de colocar un friend, me di cuenta que había utilizado el ultimo quedándome tan sólo tres fisureros. Evidentemente la situación no era grave, pero no me apetecía apurar, por lo que me descolgué del último seguro y monté una reunión con los fisureros que quedó de libro (disculpad la falta de modestia).

Cuando llego Chabi a mi lado, no daba crédito por la belleza del largo y por el "tinglao" de reunión montado, sencillo pero "potente". A continuación inició el tercer largo por la misma fisura (V), de la que todavía quedaban unos quince metros, utilizando toda la "quincallería" que pudo. Después estábamos arriba haciendo fotos.

El día no dio para más, debíamos marchar para atender compromisos familiares, pero antes nos marcamos objetivos futuros en estos parajes tan singulares. Fisuras, techos, diedros perfectos parecía que habíamos estado escalando en Indian Creek (USA), sólo nos faltó una "budweiser" pero la sustituimos con una "mahou" bien fría .

Hablando con el viento (Vía "La Virgen" Irurtzun)



Regresaba a casa agradeciendo el cambio de temperatura, una leve brisa ayudaba a calmar el sofocante calor de esa tarde. Caminando despacio pensaba en voz baja todo cuanto había hablado esa noche durante la cena. El encuentro, una vez más, había resultado agradable. Conversamos de muchas cosas, después vinieron los planes o mejor dicho los sueños de grandes aventuras, de buenas escaladas, de buenos propósitos para el futuro... No lo se quizá solo eran palabras... y eso me lleno de dudas.

La brisa se tornó en viento, era sugestivo, parecía tener voz. Por unos instantes creí que podía ser un buen oráculo y resolver los recelos de estos meses, de esa noche. Le pregunté pero no contestó. Una vez en casa preparé el material y me tumbe en la cama, ya era tarde y me quedé dormido.

A las 05.15 de la mañana sonó el despertador, mascullé un juramento y volví a odiar el mundo. Quien me mandaría a mi quedar tan pronto?- me pregunté. Este Chabi me va a matar!!.

Sobre las 06.00 me pasó a buscar por casa. Cuando salí a su encuentro en lugar de darnos los buenos días nos fijamos en una hermosa "churri" que, imaginamos, iba camino de su casa tras una noche de fiesta. La miramos y nos echamos unas risas, después cargamos la "furgo" con el material y salimos hacia nuestro objetivo del día: la zona conocida como Dos Hermanas junto a Irurtzun en Navarra.

La vía que elegimos, "la Virgen", es una clásica de la zona. Es un recorrido espectacular de 240 metros (incluida la trepada inicial hasta la R0) repartida en 8 largos de gran belleza, que sigue las líneas lógicas de la pared, obsequiando al escalador con una gran variedad de problemas técnicos para resolver. Placas, fisuras, diedros, travesías y pequeños techos. La roca caliza es de excelente calidad y los largos y reuniones están muy bien protegidos. Es muy entretenida y sin lugar a dudas es un autentico compendio de enseñanza que seguro servirá para forjar nuestra capacidad para aventuras más difíciles.

A las 09.30 entramos en la pared, seguía el viento, el día era frío (a pesar de ser 17 de julio) y amenazaba lluvia. Esta vez nos repartimos los largos de forma alterna, comenzando Chabi.

El primer largo, una placa fina de 30 metros y Vº, que "el maestro" negoció sin problemas. Casi sin darme cuenta me vi a su lado tomado el relevo de la segunda tirada de 30 metros en la misma placa. Aquí el grado sube un poco, V+ con un paso de 6a, que superé fácilmente, aunque me di cuenta que a pesar de ser roca caliza los cantos no eran "regletas", como en Morata, sino más bien "romos", debiendo prestar especial interés a la adherencia de los pies.

Monté la segunda reunión y avisé a Chabi para que subiera. Mientras le recuperaba el viento aumentó su intensidad, parecía querer hablar devolviéndome a los pensamientos de la pasada noche. Sin darme cuenta mi compañero entró en la reunión. Joder eres una máquina escalando- le dije-, el me miró, se rió e inició la tercera tirada.

Este largo de transición (IIº), sirve para unir el zócalo de la pared con los dos tercios superiores, los más auténticos.

Chabi continuó con el cuarto largo. Tirada de 35 metros de V+ que de inicia en una placa muy vertical, seguida de un tramo de placa fisurada para finalizar en una pequeña panza que da entrada a la reunión en una cueva. Espectacular largo, de dificultad media, disfrutón y que sirve como preludio de la belleza que los que quedan.

Desde la reunión estudié el quinto largo, una travesía de 25 metros hacia la izquierda completamente horizontal, que finaliza en un pequeño diedro en el que se monta la reunión "colgada". El recorrido no es particularmente difícil, V y IV+, pero es muy aéreo, por lo que cuesta abandonar la comodidad de la reunión. Los primeros metros me resultaron de gran tensión, hasta que "chapé" un viejo clavo escondido. Después todo fue más fácil. Una vez en la reunión monté el "tinglao" y recuperé a mi compañero. La vista era sencillamente espectacular, desde este punto veía hacia el suelo "placa" y "patio", y la más absoluta verticalidad hacia arriba. El viento siguió soplando, le pregunté pero no contestó.


El largo 6º y el 7º, de 25 y 45 metros respectivamente, con dificultades mantenidas de 6b+ y 6b (obligado 6a), son la encrucijada de la vía. No hablamos en el relevo. Mientras cambiaba el "reverso", Chabi organizaba el material que había recuperado y cogía de mi arnés un poco más. Sonrió y tiró para arriba. Magistral, no se puede decir otra cosa. Este compendio de humanidad, me dio una lección de tranquilidad a pesar de encontrarse en el límite de su grado, sobre todo en la placa que hay después del diedro de salida de la reunión (6b+) y en la segunda travesía de la vía, corta pero muy explosiva (6b).


Resoplando llegué a su altura, repetimos las maniobras y continué. Quedaban 45 metros de tirada por delante. El inicio es un diedro de V+ que finaliza en un pequeño techo (6a). Desde este punto "chapé" un viejo cordino, me colgué (yuyu), miré la salida del paso (6b) y tiré para arriba lo antes posible. El último tercio del largo fue más llevadero (V/V+) hasta que llegué al paso de entrada en la reunión (6b), que volvió a exigir lo mejor que aún me quedaba.


El viento me acompañó en esta plataforma adornada con una centenaria carrasca que se me antojaba como altar perfecto para hablar con él. Monté la reunión y una vez sentado en el tronco avisé a Chabi para que subiera. Entretanto lanzaba preguntas al aire esperando alguna respuesta, él seguía soplando pero nada más. Estaba muy a gusto en ese nido de águilas cuando una voz del abismo llamó mi atención: "master" que largo más guapo -dijo Chabi- estoy disfrutando como un niño. Pues espera entrar en la "reu" que fliparás más -le contesté. Échame unas fotos que esto parece Yosemite -replicó. Cuando llegó a mi altura no cabía en sí mismo de felicidad. Juntos nos hicimos más fotos.

El frío y la falta de ropa adecuada, nos devolvió a la realidad e inmediatamente Chabi salió hacia la cumbre. Este último largo es el más sencillo, un solo paso de IV+ y una trepada de III nos llevaron a lo más alto. Después como siempre abrazos, risas y fotos y lo antes posible para abajo para poner nuevamente el material a punto, disfrutar de las birras frías y ... esperar que... estén calientes.

En el descenso recordé una vieja canción de King Krimson, en la que una estrofa dice:

Le hablo al viento,
pero mis palabras se las lleva.
Le hablo al viento,
pero el viento no oye,
el viento no puede oír.

Quizá no deba especular tanto y lanzarme a la aventura para cumplir mis sueños. Quizá estoy esperando que alguien (el viento) resuelva mis dudas sabiendo que no lo puede hacer. Debo seguir mi destino.

Perra vida (Vía normal a Peña Sola)


Estas tres semanas me han resultado interminables, me dijo Chabi mientras conducía la furgoneta. No te quejes, le conteste, que una operación que pensábamos te iba a tener en dique seco seis meses sólo te ha costado unas semanas de recuperación. Estamos de enhorabuena, hoy vuelve a las andadas, como tu bien dices, "la cordada más lenta de Riglos".

Después de un largo silencio añadí, a mi también se me han hecho largos los días, visceralmente largos, tanto que pensaba seriamente volver a fumar "cigarritos de la risa" para ver si encontraba placer en algo más mundano.

Por cierto donde vamos, le pregunté, a la "Chopper" en Riglos o, a Peña Sola en los mallos de Agüero?. Sin pensárselo dos veces me contestó que a Peña Sola. Sabía el motivo, es una vía incluida en el libro de las 100 mejores escaladas clásicas de toda la península, nuestra biblia.

Violeta había decidido acompañarnos y permaneció en silencio todo el viaje, no por timidez, como bien demostró después, sino porque quería comprender, al escucharnos, la personalidad de estos dos tipos tan extraños con los que se había embarcado en una aventura. Tenía cierta experiencia escalando pero jamaś había hecho "tapia" y quería probar.

Una vez en Agüero dejamos la furgoneta en una pista junto al cementerio, y después de una larga aproximación según mi compañero (diez minutos), llegamos a pie de mallo.

Maestro comienza tu, me dijo Chabi, que hace mucho que no hago artificial. Bueeeno......., acepte a regañadientes, lo haré sólo porque has estado malito, ya que de lo contrario te lo currarías tú.

El primer largo comienza en un desplome en el que hay que estirarse bastante para llegar al primer "parabolt" (antaño era un paso de hombros), una vez colocado el pedal, los dos siguientes seguros (clavo y parabolt) se alcanzan con facilidad. Un "buril" sin chapa, otro clavo y un nuevo "parabolt" sirven para atravesar el desplome y finalizar el tramo en artificial (A1). A partir de aquí, salida en libre (6a) que se protege con un "friend" y un "parabolt" para llegar a la reunión. Debo decir que no salí en libre, sino que "acere" como un poseso puesto que el paso estaba muy lavado y no daba punto abandonar el confort del pedal para someterse a los caprichos de la roca deslizante. Chabi se partía el culo al verme penar, pero después también sucumbió a la tentación.

El segundo largo tiene la máxima dificultad de la vía en una placa ligeramente lavada (6a+), pero, al mismo tiempo, está muy bien protegida por dos "buriles" y dos "paraboles". Superado el muro una larga travesía hacia la derecha nos lleva a la reunión.

El tercer largo, tras subir una panza (V+) al salir de la reunión, discurre por un sistema de "diedros/entosta" (V) muy bien protegidos con "paraboles" para finalizar en una corta travesía hacia la derecha que nos deposita en la reunión.

Después de estas tres tiradas cambiamos en cabeza de cuerda tocandole abrir las tres restantes el maestro Chabi. Los tres largos, en general tienen una dificultad e IV+/V, recorren la vertical de la pared y estando bien protegidos por "paraboles". Todas las reuniones de la vía son amplias, están bien equipadas y están preparadas para rapelar.
En la cima llevábamos idea de disfrutar un rato, pero de una nube negra, que entró por nuestra espalda, nos anunció que debíamos bajar lo antes posible. Después todo resultó ser una falsa amenaza.

Una vez en el suelo, en la cara de Violeta se adivinaba la felicidad por su bautismo de "tapia", no dejando de hablar ni un momento, a la vez que nos ofrecía un suculento bocadillo de tortilla de patata (craso error), del que dimos cuenta rápidamente.

Unas cervecitaaaas......., insinuó Chabi. Cuando iba a decir "si quiero" se me ocurrió una idea mejor, y propuse subir a nadar en unas pozas que hay junto al Pantano de la Peña (no recuerdo el nombre). Dicho y hecho, a los pocos minutos estábamos a remojo, no teníamos bañador , pero nos dio igual (desconozco que opino el publico) porque después de una buena escalada al sol, un baño en un lugar como ese resultó ser "mano de santo".

¿Como finalizó el día? Pues como siempre, esta vez en Murillo de Gallego, con unas buenas cervezas. Dios, que vida más perra.

Brain damage

Me concentro, busco pequeños apoyos para los pies, subo las manos, "chapo" una cinta, paso la cuerda, resoplo, meto la mano en la bolsa de magensio buscando de forma inconsciente ese plus de técnica o fuerza que me falta, miro la pared, busco más presas, imagino el siguiente movimiento y, sigo, sigo, sigo...entre sudor, dolor, lamentos, blasfemias y adrenalina.

Cansado me siento en una piedra y miro el horizonte, no pienso, la mente en blanco, oigo voces pero no las escucho, me dan igual. No hay paz, al contrario hay lucha muy, muy... muy visceral. Son las peores batallas, las que no controlas por mas que lo intentas, no se si es normal, creo que estas cosas sólo me pasan a mi.

Una voz me llama, la oigo pero no quiero escucharla, no tengo ganas de mirar. Pasa un rato, me ponen la mano en el hombro para llamar mi atención, cuando miro me dice: te toca ¿vas?. Con marcha cansina, como quien va al encuentro de algo que no le gusta, me ato a la cuerda, después me siento nuevamente y me calzo sin prisa los pies de gato. Miro al otro lado de la cuerda, espero que me asegure bien, que no me guarde rencor. No lo se, tengo dudas de que no lo tenga, posiblemente en su lugar yo lo tendría, miro y con la vista pido perdón, desearía que me entendiera.

Vuelvo a la pared, quiero demostrarme que no soy un "pusilánime", esta maldita palabra me ofende. Comienzo a trepar, voy bien porque estoy en mi grado. No estoy forzando, vaya mierda, así cualquiera. ¿Que pensarán abajo?, por un momento esta idea me quita la concentración. Vamos tío a lo que estás! me exijo. Me olvido de todo hasta de quien soy, sólo me muevo, llego al final y de nuevo abajo. Así una y otra vez, cuantas veces sea necesario, con más grado, con menos, con polea o "penando".

El deseo, el dolor y la guerra los tengo dentro, pero esta bendita locura que nos lleva a subir y bajar, forzar, caer, sufrir hasta la extenuación me calma. Estoy seguro, hoy tengo el cerebro dañado.

Perlas de esencia (Riglos: Norte del Puro).


Después del intenso fin de semana anterior, parecía que este iba a ser tranquilo y familiar, pero el jueves después de una llamada de teléfono, quedaron olvidados los propositos de relax. De pronto se disparó la ilusión y la mente empezó a preparar la actividad.

Hacia ya tiempo que Chabi y yo teníamos en cabeza realizar una clásica entre las clásicas. Una vía de las míticas, de las que cuando nos iniciábamos en el mundo vertical creíamos imposible, un recorrido que al escucharlo en boca de otros nos hacía sentir envidia, y a la vez avivaba nuestro deseo.

El espolón norte del Puro fue abierto por Alberto Rabadá y Ernesto Navarro el 10 de julio de 1960, es un recorrido aéreo y de compromiso, que te da una idea de la capacidad técnica y valor de esos escaladores zaragozanos que hace 50 años abrieron este bello recorrido. Hoy en día, a pesar de estar protegidos algunos de los pasos clave con paraboles y equipadas las reuniones, no ha perdido todo su ambiente, siendo un itinerario muy recomendable para escaladores con”temple”.

La vía consta de nueve largos, contando con los cuatro comunes de la ruta normal, con las siguientes dificultades (pueden variar según las reseñas): 5+ (entrada directa), 5, 4+, 6a, 5+, 6a, 5, 6a, 5+. El equipamiento es variado, siendo algunos seguros muy buenos (paraboles) y otros... depende. Depende de como vayas de coco (clavos viejos y cordinos poco fiables en los puentes de roca), amen de los seguros que tienes que meter en un par de largos para proteger los pasos, en fin, no te aburres en esta clásica con dificultad obligada asequible.


A las 09.15 de la mañana estábamos a pie de pared, destemplados por el viento pero con la determinación necesaria. También se apunto a la “marcha” Pilar, que le está cogiendo gusto a subir a este mallo. Como eramos tres, propuse a Chabi que él hiciera los cuatro primeros largos y yo todos los del espolón. Aceptó de buena gana porque sabía la ilusión que me hacía “currarme” la parte de arriba.


El primer tramo, ya conocido, nos permitió entrar en calor cómodamente, en las reuniones charraditas y risas (como siempre), durante la escalada más concentración aunque sin perder el buen humor sobre todo los que íbamos de “paquete”.

Cuando llegué a la reunión de la entosta que marca el inicio del espolón, no hubo tantas risas, había que concentrarse puesto que empezaba la función. Cambiamos las cuerdas (yo tiraría de primero) miramos la reseña, mire la “tapia”, respire profundamente y a trabajar.

Conforme avanzaba sentía como la mente funcionaba bien, el ánimo estaba cada vez más sereno y el cuerpo no mostraba tensión alguna. Después de “chapar” el último seguro y antes de la reunión de esta primera tirada, me quede con un “bolo” en la mano, ese fue el único susto, afortunadamente sólo quedó en eso.

Los dos siguiente largos, discurren a caballo entre el espolón y la cara que da al valle, garantizando ambiente y patio. Los pasé sin dificultad y sobre todo disfruté mucho cuando logré meter un “fisurero bicoin nº3”, en un lugar inverosimil que sirvió para proteger el paso de entrada a la reunión del tercer tramo.

El cuarto largo fue precioso, para mí el más mantenido, aunque también uno de los más exigentes por la precariedad de algunos seguros, con mucho patio al principio para después ir perdiendo algo de severidad al entrar en la reunión situada en el lado interno del espolón.


El quinto y último, fue el mas exigente, no por la dificultad sino por lo roto de la roca. Sólo de mirar la primera mitad del recorrido sentí escalofrío. Nada más salir da la reunión "chape" en un “parabol” muy bien colocado, a partir de aquí, por terreno muy roto fui ganado altura hasta que, después de meter un “friend”, conseguí ponerme fuera de esa sección de pared que me había hecho resoplar, más por miedo que por dificultad técnica. Una vez allí los rayos del sol y el fuerte viento me anunciaron el final de las dificultades y de la vía.

En la cumbre grite de alegría. Tan fuerte, que Pilar pensó estaba cayendo, Chabi la tranquilizó, él me conoce bien y sabe de este raro impulso que a veces me invade.

En la cima estábamos contentos y muy satisfechos pero sin euforia, sentíamos esa paz que te da haber cumplido un sueño. Pilar “flipaba” por el doblete en una semana, la normal y la norte del puro, estaba radiante.

Mientras bajaba, sentía que algo había cambiado de las estanterías de mi desván, cada segundo que pasaba desaparecían temores y sombras del pasado y quedaban resueltas muchas dudas del presente, y es que como dice un viejo amigo alpinista “la montaña es cruel y dura, no da nada gratis, pero cuando da algo es esencia pura, perlas que hacen desaparecer, como por encanto, los malos tragos pasados, aunque eso también es peligroso porque engancha”


Un largo fin de semana



La fatiga y la falta de sueño eran mis compañeras de viaje, por un momento pensé que no llegaría, pero al fin pude parar el coche en el alto del Puerto de Santa Barbara, para descansar, comer y beber.

Todo comenzó el viernes, cuando por fin, el hombre del tiempo anuncio que haría bueno. Chabi no lo dudó, yo tampoco, volvíamos a Riglos. El fin de semana anterior, después de tres largos en la vía “currucuclillo” al mallo Frechin, decidimos bajarnos al bar, destemplados por el frío viento que nos zarandeo un rato en la pared.


El recorrido elegido para este viernes sería otra vía del mismo mallo , la llamada “José Antonio Sanz” que consta de siete largos (V, 6a, 6a+,6a, 6a, 6a+ y V), muy disfrutones y equipados quizá en exceso.


Sin darnos cuenta y a la “marcheta” estábamos sentados en la cima del mallo contemplando el paisaje y "partiéndonos el culo" ante la más mínima ocurrencia. De este trance nos despertó una cordada francesa, quienes no miraron con extrañeza pareciendo decir, en voz baja, " ils sont fous”.


El descenso, en lugar de realizarlo a pie, alcanzando la Visera a través del collado que los une, lo realizamos rapelando, eso si prestando atención al 2º rapel pues tradicionalmente se enganchan las cuerdas. Después sentados a la sombra con una buena litrona en la mano, saboreamos el fin de la jornada, no teníamos ganas de volver, pero mi colega tenía compromisos para esa noche y no debía dejarlos de lado.


No hacia mucho que había llegado a casa cuando, con una llamada de teléfono, Pilar me proponía volver, a la mañana siguiente, al reino del vacío, Riglos. Evidentemente no lo dude.


A las 10.30 estábamos a pie de pared, Pilar y sus amigos me habían propuesto subir por la vía normal de Puro, una clásica de las que hay que “tener”. El recorrido son diez largos, entrando por la ruta clásica (III,III, V, IV, 6a, IV+, III, V+,V+ y 6b), con autentico sabor a historia riglera.


Como era de suponer, por el día de la semana y el buen tiempo, había demanda para realizar la vía, un total de cinco cordadas por delante nuestra, lo que suponía un aumento de horas de estancia en la pared. Y así fue, solo que, afortunadamente, la temperatura acompaño en todo momento, lo que hizo más agradable la espera. Risas, muchas risas, buen rollo, chocolatinas y acuarius nos acompañaron hasta la cima.


El descenso supuso también otro parón, debido a la masificación, pero había que tomar las cosas con calma hasta llegar al suelo. Una vez allí, loca carrera al bar de Toño a por lo de siempre, cerveza y bocatas.


Mientras bajaba a Zaragoza, me embargó la necesidad de volver al monte y todavía me quedaba un día del fin de semana, esta vez me apetecía y ir solo y así poner un poco de orden en el desván de mi mente.


Salí de Zaragoza no muy pronto, sobre las seis de la mañana, conduje sin prisa acompañado de buena música. La mañana era esplendida y todo apuntaba a un buen día, como así fue.


A las nueve y media salía del Refugio de Gabardito. Unos cuarenta minutos después estaba en el Salto de la Vieja y un poco más tarde en el collado del Foratón, donde comí un poco. La pendiente final a la cumbre, se me hizo pesada, por la nieve primavera y por el cansancio acumulado de los días anteriores. La cresta cimera, para mí una de las más bellas del pirineo, me indicó que la cumbre estaba próxima, llegando instantes después.


En el alto del puerto de Santa Barbara, con la mirada fija en el horizonte, me sentía satisfecho por las actividades realizadas, y por mi estado de ánimo, sereno, como el atardecer que se empezaba a adivinar en el horizonte, que me invitaba a permanecer allí para siempre. Había un orden lógico en las cosas y un equilibrio interior sorprendente, la claridad de ideas permitían un pensamiento fácil y simple. No podía pedir más, bueno sí, había algo más... pero... lo contaré otro día.




"Collegats", Escalando con buenos amigos.

A Chabi me lo presentó Lorenzo. Es un tipo muy particular, grande, alto, de mirada franca y alegre, despreocupado por las cosas banales de la vida, y por lo tanto sabe sacar jugo a las cosas importantes para él.


El día después de volver del Couloir de Gaube, me llamó para ver como había ido la cosa. Echamos un café y hablamos de las sensaciones de la actividad. No pasaron 5 minutos cuando ya me estaba proponiendo una nueva aventura, ir a Collegats en las sierras prepirinaicas Leridanas. Allí había quedado con una gente de varias partes del país para, con la escusa de trepar, "hacer unas risas".

El viernes a última hora de la tarde salíamos de viaje acompañados en todo momento por una buena tormenta, que no nos dio tregua. Cuando llegamos al punto de encuentro en AGERS era tarde, sobre las 23.15, allí nos estaba esperando bastante peña, que ya habían cenado, obsequiándonos con abundantes cervezas hasta bien entrada la madrugada.

Este Chabi es una esponja, y cuanto más bebe más risas y con las risas más cervezas. La madrugada nos sorprendió con un buen índice de alcoholemia, menos mal que sólo debíamos conducirnos al saco de dormir. La duda era si al día siguiente, entre la resaca y la meteo nos levantaríamos del suelo.

La mañana, como era previsible, apareció dudosa, cielo y mentes nublados. Poco a poco, tras beber unos litros de agua antes del desayuno, conseguimos arrancar hacia la zona de escalada, donde nuestros amigos lugareños nos propusieron una actividad sencilla y clásica de la zona, la vía Performance a les Moles del Pesso.


La vía es muy chula aunque la aproximación es un poco larga. Conglomerado muy bueno bien equipado con parabolts. Cinco largos en total, 200 metros de vía. El primer largo, con musgo un poco húmedo que te obligaba a ir un poco "al loro", fácil (IV+/V-) y de los que no se olvidan. El segundo y tercer sigue la misma tónica que el primero aunque en el segundo hay algunos pasos de V. Finalmente y tras un largo de II-III de transición, nos encontramos con el largo más dificil, el último de la vía, 6a (nosotros de daríamos V+) que está muy bien protegido.

La bajada es sencilla pero un poco cansina. Se debe seguir dirección NE por un camino poco marcado con hitos de piedra hasta llegar al descenso que se realiza a través de cadenas. La canal medio equipada conduce un collado, y de aquí por el camino de retorno al coche.

Después más cerveza, más risas y más proyectos. Este Chabi es una máquina de humanidad.

Coulior de Gaube (información)


Una vez contada la experiencia en esta vía, relato que por otra parte me ha servido de catarsis, os detallo información de interés:

1º Aproximación.
- Desde la localidad francesa de Cautererts, dirigirse en vehículo hacia Pont d'Espagne donde lo dejaremos estacionado por el módico precio de 5 €/día.
- Desde Pont d'Espagne hasta el Refugio de Oulettes de Gaube el recorrido dura aproximadamente 2.5 a 3 horas. Salir del edificio del parking y tomar la carretera asfaltada y tras pasar la segunda curva a derechas veréis indicado el inicio de la senda que lleva al Lac de Gaube (1h) y desde allí por el margen derecha del lago hacia el refugio. Con buen tiempo es un recorrido bello.

2º El Refugio de Oulettes.
Es amplio, cómodo y con una vista espectacular sobre la zona. El precio de la media pensión es de 31€ y sólo dormir cuesta (no recuerdo bien) a federados entre 8 y 10 €. Las habitaciones son colectivas y hay dos mantas por cama, por lo que podemos evitar llevar el peso del saco de dormir. Hay cocina libre y el guarda es un tío simpático (si te sabes enrollar).

3º La vía.
Hermoso recorrido glaciar, muy clásico y de los que hay que hacer.
La aproximación del refugio al inicio de la vía es de 1.5 horas a ritmo tranquilo.

La vía son 600 metros con las siguientes características:
- Rimaya: cruzarla, por lo general no presenta dificultad, aunque hay que tener en cuenta la fecha en la que vayamos y la cantidad de nieve acumulada. Si está abierta hay que montar "tinglao" para asegurar el paso.
- Pendiente de 50/55º de inclinación hasta justo antes del bloque empotrado. En este punto sube a 65º, por lo que es recomendable encordarse antes del paso del bloque.
- Bloque empotrado. Se pasa por la derecha, la dificultad (IV según algunas reseñas) depende de la cantidad de nieve acumulada. Para nosotros fue una rampa de nieve.
- Tramo de enlace entre bloque y estrechamiento. Es una pendiente entre 55 y 60º en la parte final. Se sube bien en "ensamble", montando reunión a pie de estrechamiento.
- Estrechamiento. Como ocurre en el bloque la dificultad dependerá del estado de la nieve. Generalmente se encuentra tapizado de hielo, pero nosotros no lo encontramos así (que me lo cuenten). La dificultad según algunas reseñas es de IV+.
- Tramo de enlace entre estrechamiento y cascada de hielo final. Es una pendiente, también, de 50/55º, que de la misma forma que la anterior se puede hacer en "ensamble".
- Cascada de hielo. Muro de unos 40 metros con un tramo inicial de 65/70 y un segundo tramo de 80/85. El estado del hielo varia según la meteorología, pero se deja hacer bien.
El horario normal para la realización del recorrido puede estar entre las 4 y 6 horas, pero tener en cuenta que es una vía en la que hay otras cordadas y eso puede alargar horarios.

4º Descenso. Por la ruta normal (un peñazo).

5º Material. Cuerdas (dobles), piolets técnicos, 8 tornillos de hielo, 2 clavos, 3 o 4 friends, cordinos auxiliares, y cinta expres (mejor disipadoras) y algún ancla de nieve o estaca, y sobre todo CASCO.