Presentación

" Sólo recuerdo la emoción de las cosas,
y se me olvida lo demás,
muchas son las lagunas de mi memoria"


Antonio Machado

jueves, 10 de marzo de 2011

Mallos de Riglos: Aguja Roja - Vïa Edil

Estábamos sentados echando un "bocata de pavo" con pan comprado en Ayerbe, mientras esperábamos que el sol de la mañana calentase la roca conglomerada de Riglos.

Este domingo había quedado con Pilar, con quien hacía ya un tiempo no compartía "cuerda". Nuestra idea era hacer "metros de escalada" sin mayores pretensiones, por eso escogimos un escenario que siempre nos pareció interesante, la Aguja Roja.

Este mallo "pequeño" es, sin duda, el más espectacular del sector. Todas sus caras están surcadas por recorridos llenos de tradición y belleza, que conviven con otros de corte más deportivo.

Mientras dábamos cuenta del almuerzo decidimos hacer, para empezar,  la "Edil" y si daba tiempo otra, pero fundamentalmente la idea era disfrutar de la primera.

Cuando llegamos a pie de vía otra cordada se nos había adelantado, por lo que esperamos un rato para dar tiempo a que se situaran en la primera reunión y hacer así la ascensión más comoda tanto para ellos como para nosotros.

Inicie el primer largo (IV+ / V dependiendo de las reseñas) tanteando bien las presas, que aunque abundantes algunas no me ofrecían confianza. Fui ganando altura por el lado izquierdo de un amplio diedro - chimenea hasta llegar a una primera reunión bien equipada pero algo "incomoda" que pasé de largo hasta otra emplazada unos metros más arriba. Para llegar a esta reunión alternativa, abandoné el diedro por el lado derecho, debo decir que dudé en este paso, pues la roca sonaba a hueco lo que  me hizo pensar antes de sujetarme a la presa definitiva. Una vez instalado cómodamente subió Pilar, sin mayores problemas.

El segundo largo (V), es sencillamente espectacular, por su belleza y ambiente. Clásica fisura - chimenea que requiere esa vieja técnica "riglera" de subir en "equis" por el borde exterior de la misma, es decir bien asomados al abismo. Así lo hicimos y cuando nos reunimos al final de este largo no comentamos otra cosa más que lo a gusto que nos habiamos sentido en este tramo.

En el tercer largo se encuentra el paso de la vía (V+), bien protegido por un "parabolt". Cuando salí de la reunión y fui progresando por un ancho diedro que poco a poco se estrecha hasta llegar al paso señalado. Después de "chapar" me fui hacia la izquierda para entrar en la amplia reunión. Llamé a Pilar, para comprobar que desde su posición me escuchaba y, a la vez, para indicarle que me saltaba la reunión e iniciaba  último largo.

En este cuarto y último largo, el más corto, (IV+ / V dependiendo también delas reseñas) fue un mero trámite, puesto que una vez  abandonada la reunión la pared pierde verticalidad y por lo tanto dificultad, aunque sin bajar la guardia por la calidad de la roca.

En la cumbre, saludé a la cordada con la que compartimos el recorrido y recuperé a mi compañera, que demostró, una vez más que cuando el terreno se pone vertical se mueve como pez en el agua.

El descenso lo realizamos por la ruta normal, en tres rapels.

Acabamos la jornada realizando el primer largo de la "Prames", vía situada en la cara este de la aguja, puesto que nos apetecía "pretar" un poco.

Datos de la vía:
- La ruta recorre la cara Oeste en cuatro largos de dificultad media, siendo V+ el paso de mayor grado del recorrido. Atención a la calidad de la roca en algunos tramos.

- Equipamiento. Las reuniones equipadas y preparadas para rapelar, lo largos están bien protegidos con "paraboles", "spits" y algún puente de roca. En algún punto del recorrido los seguros alejan un poco, se puede colocar protección adicional con "fisureros" y "friends" tamaño medio / grande.

- Material. 15 cintas más reunión si se empalman los dos últimos largos, de lo contrario con 12 cintas más reunión es suficiente. Cuerdas, dobles de 50 ó 60 metros, o simple de 60 ó70. Friends o fisureros optativo.

- Descenso. Por la ruta normal en tres rapels. Atención hay que hacer más de tres rapels si se sube en simple con cuerda de 60.


lunes, 7 de marzo de 2011

Rompiendo los calcetines II (Aspe)



Los calcetines se habían ganado tan merecida jubilación, y de hecho los agujeros de los extremos parecían gargantas pidiendo a gritos clemencia tras duras jornadas de trabajo en la montaña, pero lo que no sabíamos, ni ellos ni yo, era que todavía quedaba un último esfuerzo que, a la postre, planifiqué esa misma noche.

Antes de continuar, diré que José Manuel quedó encantado con su bautismo montañero, haciéndome jurar que volveríamos a repetir experiencias en otros lugares. Se portó como un titán, desvaneciendo cualquier duda que pudiera tener sobre sus capacidades para este tipo de actividades.

Después de dejarle en la Estación Intermodal, y recordando que la previsión metereologica para la semana entrante continuaba siendo buena me ilusioné con realizar un itinerario de los de toda la vida "la norte del Aspe" (mejor dicho el corredor noroeste). Esa misma noche hice una llamada telefónica pero la gestión resultó infructuosa. No estaba dispuesto a renunciar a un día de montaña por eso inmediatamente pensé en un plan B, que pasaba por subir a esta cumbre por la ruta normal tomándola desde la estación de esquí de Candanchú. Una vez decidida la actividad, en lugar de jubilar a mis sufridos compañeros, los metí en la lavadora a la vez que les solicitaba un último esfuerzo......lo entendieron.

Dos días después estábamos de camino. Salí temprano con la idea de empezar la ascensión con las primeras luces del día. Las previsiones meteorológicas eran muy buenas, el firmamento estaba lleno de estrellas, el frío intenso y la calma del viento auguraban un buen día para hacer la actividad.

Sobre las 07.15 llegué a Candanchú y comencé los preparativos. Me costó un poco salir del coche, por esa pereza natural a abandonar el confort y la comodidad, pero a las 08.05, con todo lo necesario, partía hacia la cima.

Caminaba despacio, sin prisa, con la clara intención de no malgastar ni un gramo de energía que pudiera ser necesaria más adelante. Tras hora y cuarto alcancé el collado de Tortiellas bañado por el sol. Hasta este punto la subida la realicé por las pistas de la zona de la Rinconada y el Paso. Desde aquí continué unos minutos por las pistas hasta abandonarlas más adelante para descender hacia el barranco de Tortiellas.

En este punto paré para reponer fuerzas, mis calcetines, a pesar de sus agujeros respondían bien. Pensando en ellos recordaba cuando los adquirí para ir por vez primera a los Alpes, después les tocó un treking por los Annnapurnas y varias visitas más a Alpes, todo ello sin contar con las horas de "pateo" en Pirineos. Cuando los compré en Andorra me pareció una locura el precio a pagar, pero debo reconocer que acerté al dejarme aconsejar ante tan buen producto.

El sol bañaba todo el barranco, yo marchaba con ánimo y eso me hacia sudar mas de lo esperado, aún así estaba a gusto, sobre todo cuando miraba el Aspe, tan soñado, tan querido, tan espectacular. Iba tan emocionado que sin darme cuenta remonte la inclinada pala de nieve que deja en el punto donde se separa la ruta normal del inicio del lado norte, habían trancurrido dos horas y media desde que dejé el vehículo y ya estaba allí, miré el corredor noroeste y pensé.....otra vez será......, continuando sin vacilar.

Proseguí el camino por una pala de nieve que me deposito en un pequeño llano, para inmediatamente después girar a la izquierda y afrontar un tramo más pronunciado que el anterior (40º) en el que encontré la nieve helada. Este sector requirió un poquito más de atención hasta que finalizó en el collado que separa el valle de la vertiente de Aisa con la de Candanchú. De aqui hasta la cima una huella bien marcada me depositó en la cumbre en apenas cuatro horas desde el inicio de la actividad. 

Estuve un buen rato arriba, desde mi posición de privilegio, observaba la progresión de dos cordadas por la arista de los murciélagos.  Después comencé el descenso, no hubo más historia hasta que llegué al mundanal ruido de una estación de esquí. Una vez en coche, me descalcé y viendo nuevamente a mis sufridos compañeros decidí darles las gracias por los servicios prestados y mi último adiós, depositandolos en un contenedor de basura, dura realidad pero esto es así.